STHER VELAYOS



El hierro es moldeable, puedo aplicar calor, ejercer presión, puedo soldar, ensamblar… todo lo que pasa por mi mente, puede pasar por mis manos y quedar lacrado para siempre en el hierro, aunque se modifique nuevamente su forma, la impronta de mi huella nunca se desvanecerá, aun si fundiera, mi alma permanecerá para siempre en la nueva forma.

Hay una simbiosis entre la materia y mi persona, cuando trabajo nos comunicamos, formamos un solo elemento, sintiendo la atracción más allá de lo terrenal.

El hierro me evoca sentimientos primitivos de épocas, en las que la supervivencia dependía de las habilidades personales y me permite darme un paseo por la historia, comprobando que siempre estuvo presente, gobernando todo tipo de dignas batallas, armonizando encuentros artísticos, presidiendo como aparejos de lo más cotidiano, componente preciso para la construcción de nuestros refugios, siempre contemporáneo y siempre importante pero discreto, cauto, comedido, permitiendo al bronce, al barro, a la piedra y a tantos otros, ocupar lugares de privilegio.

¿Cómo no voy a sentir atracción por la materia que ha sobrevivido todas las épocas gloriosas de la historia de la humanidad?

Creo en la pureza del material noble que trabajo, auténtico y presente en la propia tierra que habitamos. Resistente pero mortal al igual que nosotros.

Con esta cantidad de sugestiones personales y coherentes ¿cómo no voy a ser escultora de hierro?


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Contacto   sthervelayos.escultora(arroba)gmail(punto)com






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